martes, 26 de julio de 2011

Una noche de copas, una noche rosa

Juan Javier llego divinamente a la casa de Lalo, era jueves de noche tabú en “La Esquinita”, el bar de moda en la ciudad. Esa noche Juan Javier tenia que ligar por que ya tenia un par de meses sin sexo, desde que su ex Ricardo se las pego con el vecino de la cuadra. Por su parte, Lalo se ha comprado un pantalón blanco que pinta muy bien de noche que ha combinado con una camiseta celeste y un fajón verde limón. Son las 10 y los dos salen muy puntuales a “La Esquinita”.

Justo a una cuadra Lalo se acordó que no tomo los condones de su cajón y tiene que pasar a una farmacia, por que loca prevenida vale por dos. La noche tabú en “La Esquinita” es la noche libre donde todo se vale y Juan Javier va con el deseo sexual a flor de piel, pareciera que lleva escrito en la frente “Quiero que me la metan”. Ya en la entrada, Lalo y Juan saludan a Mrs. Pée, el guarda de “La Esquinita”.


-Epa...vienen de cacería ― les dijó.  
-No...que va. Si sólo venimos a buscar lo que no hemos perdido ― le respondió Lalo. -Adelante, no se atrasen que ya hay bastantes y se les pueden ir arriba.

La puerta se abrió y la música de la Lady Gaga sonaba con una pista llena de gente bailando, inmediatamente se dirigieron a la barra a ver que pescaban. De pronto, Juan Javier miró a un chico bailando con una amiga. No lo podía creer era José Pablo, compañero de clase de él y de Lalo, que tenían tiempo de no ver. Ellos siempre habían sospechado pero nunca lo confirmaron y la noche tabú de “La Esquinita” era la ocasión perfecta para sacar las verdades a flote.



-Hey Abril...cómo estas chavala? Te mire desde la barra.
-Heeeee ― grito efusivamente Abril ― Juan Javier tenía tiempo de no verte...te presento a mi primo José Pablo. 
-Yo creo que te conozco ― le dijó Javier ―.
-Sí... creo que estudiamos unos años juntos en la primaria. Te recuerdas...?
-De verdad, que mundo más chiquito...

La noche hizo lo que debía y las miradas complices entre ambos eran para que todo terminará en la cama. Sin embargo, había un problema. Los dos vivían con sus padres y no sabían que eran gays. Y de pronto las miradas de ambos cayeron a Lalo.


-No inventen, que Doña Conchis sólo me dejar meter hombres de día...
-Dale Lalito...haceme el favor...mirá que José Pablo quiere y esta relindo ― le suplicó Javier con una cara de ruego ―.  
-Pero mujer y como vamos a hacer con el ruido...?  
-No te preocupes...que yo me lo guardo...así me acordare el doble...  
-Bueno...pero me debes una, playo...

Al final de la noche...los tres salieron hacía la casa de Lalo, que tenia una puerta trasera muy discreta por la que Lalo metía los hombres por la noche sin que Doña Conchis se diera cuenta. Ya en el cuarto...Lalo les bajo un colchón de su cama y le entregó un condón...


-Toma Juan Javier...para que completes tu noche de amor...
-Y esto? ― le preguntó Javier ―.
-Pues un condón mujer...que no ves!!!
-Si ya ví...pero es rosado...que bonito...
-Pues sí...a como dice la canción...Una noche de copas, una noche rosa...Dale...anda que cuidado se te arrepiente el hombre...

El sexo arenoso de Lalo

La noche estrellada de La Boquita fue es escenario perfecto para que Lalo y Pedrito llevaran su voyerismo, al máximo al tener sexo un una choza rustica y sobre la mesa, donde un par de horas antes había tomado una media de Ron Plata Lite.

Por la mañana de ese miércoles, Lalo se encontró con Juan Javier cuando iba a visitar a una prima. Ese encuentro desato una serie de eventos inolvidables para Lalo y Javi…que los llevaron hasta San Juan del Sur para terminar en La Boquita.

-Lalo amigo, conocido a un chavalo que se llama Pedro y dice que le gustas…
-Que fuerte…y cómo es?
-Así como a vos te gustan, delgados, morenos, finos…
-Sos lenta vos…preséntamelo…
-Nada de lenta, mujer…vamos que allá te lo tengo en una banquita.

Entre Lalo y Pedro hubo una conexión sexual a lo inmediato. Eran las diez de la mañana y los tres deciden tomar un bus, luego de casi media hora de discusión entre el Rio Caimito, La Boquita y San Juan del Sur.

-Bueno…ahora ya estamos montaditos en el micro y a disfrutar…
-Ve Lalo y a donde vamos a ir en San Juan? ― Pregunto Javi ―.
-Niño, no te preocupes que el día y la noche es larga y el que cuerpo aguanta! ― Respondió Pedro muy animado ―.

Era la primera vez de Lalo en la playa más famosa de su país. Ya en La Tablita, un bar de la costa, los tres chicos se encuentran con Fifi, un amigo de Javi muy famoso en el pueblo. Con el calor de los tragos, Fifi hablo de sus amores y uno muy particular intereso a Lalo. Hablaban de Wilfredo, pues el muy descarado nunca se había ido a vivir a Costa Rica por dos años como Lalo suponía. Esos dos años los paso viviendo con la Fifi en San Juan. Ahora, Lalo se sentía como la novela “La despechada” después que se entero que su primer amor lo cambio por otro…


-Pues ve niña…al final hombres sobran en este mundo. Ejemplo de ellos es Pedro…que está a la par mía.
-Vos sos el que esta de lento ― Respondió Pedro ―.

De pronto la Fifi les dijo que deseaba cambiar de ambiente y conocer otros lugares. Lalo tuvo la idea de irse a La Boquita al bar de la Sami, un trans famoso por su ceviche y porque sus meseros siempre eran pompeados y andaban en bóxer para temporada fuerte de verano. Ya eran las cuatro de la tarde cuando salieron de San Juan y llegaron justo a las seis de la tarde a tomar el último bus para La Boquita. Al llegar donde la Sami sus meseros estaban fuera de servicio pero había un chocoroncito que le cayó muy bien la Fifi.

Al caer la noche, Lalo y Pedro fueron caminar. Los demás ya estaban dormidos en un cómodo cuarto que Susi les ofreció. Al final, Pedro tuvo que ser directo con Lalo.

-Quiero tener sexo con vos Lalo.
-Interesante propuesta, pero donde lo vamos a hacer querido…?
-Pues no se…allá mismo debajo del rancho y encima de la mesa…

Al final el sexo entre Lalo y Pedro marco la noche, sobre todo cuando Lalo hecho la ultima palada de tierra al poco amor que sentía por Wilfredo y se encontró con su comadre Fifi…

Lalo, la descuerada

La barba de Lalo le crecía de un modo sutil, pequeños bellos se perfilaban sobre su mandíbula de una forma sexi, que bien era la muerte de cualquier gay de la ciudad. Ese día Lalo decidió no rasurarse y se puso un jens ajustado con una camisa morada. Salió a la calle en busca del éxito de la noche. Eran las cinco de la tarde a penas y el destino de Lalo indicaba la casa de Juan Javier.

Ya instalado con su amigo, la conversación los llevo a recordar sus descueradas. Juan Javier se había enrolado con su vecino cuando ambos tenían apenas 17 años. La pubertad los llamo cuando jugaban baloncesto y entre roce y roce, un par de encestadas, la corriente sanguínea hizó su trabajo. El idilio entre ambos siguió por un par de días, hasta que el vecino se fue para el seminario “Cayetano”.


-Que fuerte Juan Javier. Te descuerastes a un padre.
-No…nada que ver. No era todavía…
-Vez que por eso hay que ser sincero con la vida…y no hacer esas pendejadas para tapar el sol con un dedo.

La descuerada de Lalo fue mágica. Wilfredo, lo invito a tomar cervezas y cuando apenas iban por el segundo baso, Lalo se sintió mareado. Ambos salieron del lugar a las nueve de la noche y tomaron rumbos diferentes. En el camino, Lalo se encontró con Félix Pedro en su jit, un compañero de clase que tenía el cuerpo y la cara bien puesta.

-Hey Lalo, como estas?
-Divinamente como vos, Félix.
-Y qué? Damos una vuelta por las estrellas.
-Depende, si voy a regresar.
-Móntate y ya verás…

Esa noche, Lalo se dio cuenta que con una descuerada podría ser feliz…por que no le gusto sentirse invadido en el acto sexual. Al final, Lalo busco su descuerada y le encontró con Wilfredo…desde ese momento Lalo casi nunca ha vuelto a ser pasivo. 

Cocó, la transgénero motorizada

Una mujer singular es Cocó. Cuando su padre lo vio vestido de mujer a los siete años le regalo la primera moto de su vida, con la idea que se hiciera “machito”. A pesar de todo, Cándido Octavio Candí Ortiza, conocido desde los 12 años como Cocó es la única transgénero de la ciudad motorizada.

Muy a las cinco de la tarde, Lalo iba a buscar la leche donde Doña Chulí. Tenía que caminar desde su casa y pasar por el parque de la ciudad. De pronto un ruido estrepitoso de una moto suena y al instante, frente a Lalo, se puede ver una moto estacionada conducida por una flamante figura femenina, que se puede apreciar en el pantalón tallado que lleva, al igual su cabello castaño rizado y los ojos verdes que se distinguen del casco rojo.

            - Si es la bella, Cocó la motorizada! Exclamó    
              alegremente Lalo.
            - Toda la vida querida… vos sabes que yo soy una 
              mujer con los pantalones bien puestos.
            - Tenia tiempo de hacerte visto? Que te habías 
              hecho?
            - Vos sabes que yo entre mi esposo, mi moto y 
              yo, el tiempo no da abasto.
            - Siempre con el Ricardo?, le preguntó Lalo.
            - Obvio, ese matrimonio es para siempre. Afirmá convencida Cocó.

Ella es uno de las pocos transgénero de la ciudad. Siente y respira como mujer. Con una feminidad muy propia, Cocó tiene una afición diferente: las motos. Inculcado por su padre, la afición por las motos le ha dado a Cocó un sello muy particular, a tal punto que es un enganche para atraer enamorados. Cuando su padre le dio la primera moto, Cándido en el aquel entonces la empezó a usar con mucho temor y en ese entonces era la sensación entre todos sus amigos del barrio. Por muy avión que le dieran, había un llamado dentro de si que le decía que estaba en un cuerpo equivocado y que debía dar libertad a todos sus sentimientos apresados. Es a los 14 años, cuando Carlos formalmente le dice a su padre que ya no será Carlos si no Cocó Candí. Paso cuadro días en el hospital y al quinto su padre le llegó a pedir disculpas. Hoy, los dos arreglan la moto de Cocó en el patio de su casa.

Lalo sólo quiere enamorarse

Es 15 de febrero y Lalo siente la resaca del 14 de febrero, el afamado día del amor. Son las cinco de la mañana y a pesar que Lalo no trabaja ya está con los ojos abiertos recordando sus amores. Entre mariposas, mariposones y papalotes pasan por su mente sus más profundos amores, desde al afamado Wilfredo hasta el último llamado Federico.

La noche anterior, Lalo había salido a celebrar el día con sus amigos. Al final, se quedo sólo porque todas se encontraron con amiguitos que desviaron su camino. Y ahí estaba Lalo sentado en el Bar de la Lucy tomando jugo de naranja. Muy a las nueve ya estaba con su pijama de patricio y su peluche de Elmo.

Wilfredo fue el primer amor de su vida. Lo conoció de niño y el amor surgió jugando por las noches en la cuadra de su casa. Lalo no sabía que sentía pero sí que quería de una forma especial a Wilfredo. Con la edad las cosas se fueron dando y a los 17 años tuvieron su primera vez. Ambos sabían que estaban juntos pero no de qué forma. Lalo se fue a Costa Rica y Wilfredo se quedo en el pueblo. Él era un chavalo alto, quizás de 1.75, delgado, de piel moreno clara y con una sonrisa de oreja a oreja. La última que Lalo lo vio antes de irse fue para decirle que siempre lo amaría.

Luego, Lalo regreso y Wilfredo había cambiado por completo. Él empezó a ir al gimnasio y los músculos fueron tomando forma hasta que el cuerpo de “Wil” se volvió apetecido por muchos. Lalo recuerda cuando se lo encontró donde la Tutifruti de su vecina…una mujer que se viste con más colores que una ensalada de frutas. Siempre tuvieron sexo, aunque Lalo no se explica porque, pero siempre terminaban en la cama cada vez que Wilfredo lo buscaba.

A pesar de ello, Lalo tuvo más novios. Estuvó Felix, a quien conoció en una disco de ambiente de la Capital y con quien amaneció en el motel llamado Kamasutra, mismo que fue el punto para todas las citas de los tres meses de relación, Otro novio fue el que tuvo la desdicha de encontrarse a su “otro” novio en el mismo Centro Comercial donde andaba pasando la tarde con Lalo. A este lo había conocido un par de semanas atrás en el chat.com. Ahora, Lalo es amiguísimo de Juan Javier. Y un tercer novio ya en la época de exploración sexual de Lalo, opaco su primera vez de pasivo porque se emboracho cuando agarraba fuerza para que no le “doliera”.

A pesar de todo, Lalo se pone a pensar que aún anda en la búsqueda del amor…como muchos gays. Pero, también piensa, donde y como lo busca o si en verdad quiere enamorarse. Al final, cada quien decide como vivir su vida en todas sus facetas. Sea con amor…con sexo…con licor…con soledad, con que se disfrute, basta.

sábado, 9 de julio de 2011

Y por que los hombres heteros insisten en medirse en pene?

Lalo kada recuerda la grama del colegio...

Lalo esta acostado en su cama con los brazos debajo de su cabeza. Son a penas las cinco de la tarde de un martes. Ya ha pasado mucho tiempo desde que se encontró con Wilfredo, su ex que siempre termina más allá de la cama. De pronto, Doña Conchita, quien le alquila un cuarto al fondo de su casa, toca a su puerta y le avisa que un hombre lo busca. Lalo, salta de la cama vestido con un short diminuto de color blanco, una camisola rosada que le talla muy apretada luego de unos meses en el gym y una singular gorra multicolor. Asoma su cabeza y sólo ve la silueta de un hombre en la puerta de su casa opacada por el sol. Camina y es Ricardo, su primera mamada.

-          ¡Ricardo, que gusto verte! Pasa y platiquemos.
-          Mi lalito del alma, has echado cuerpecito.
-          Sí, me metí al gym y ahora ya puedo presumir, como vos siempre lo haces.
-          ¿Y siempre en tus andanzas?.
-          Pues toda la vida, desde vos todo ha ido viento en popa.

Sentados en el patio bajo un palo de mango, Lalo y Ricardo reviven el primer día en que se conocieron. No parece que fue en un parque cuando Ricardo no se asumía gay, luego de una traumática experiencia con un maestro en la primaria, mientras que  Lalo de 17 años empezaba a rodearse de gente diferente en la ciudad. Esta misma noche, Lalo se le insinuó a Ricardo y este respondió a sus propuestas. Lo demás sólo la grama en el campo del Instituto de su ciudad y ellos dos lo saben. De pronto, Ricardo le pregunta:

-          Y tus hombres, Lalo?
-          Me ofendes Ricardo, no son mis hombres son mi juguete sexual. Vos sabes!

Sonríen efusivamente, cuando cruzan una mirada matadora. Lalo se levanta y va a su cuarto a ver si tiene condones y lubricantes. Doña Conchi había salido y la conversación daba a más.

-          Ricardo, vení a mi cuarto.
-          Ya voy…
-          Y…entonces…

Ambos se besan con mucha euforia. Ricardo rápidamente se desabotona el pantalón y se pone de espalada a Lalo, este al ver que Ricardo que ya no es el machito que decía ser, aprovecha el momento y confirma la realidad del dicho “sí la vida te da la espalda, tócale las nalgas” y más si es tu primera mamada.